CREATIVIDAD: Cambio de paradigma o moda pasajera

01 ene CREATIVIDAD: Cambio de paradigma o moda pasajera

El pensamiento creativo interesa mucho más ahora que hace 25 años. Tiempo atrás, se consideraba que la creatividad sólo pertenecía al ámbito artístico y estaba en manos de unos pocos talentosos aunque esta conceptualización ha cambiado radicalmente. Veamos cómo.

 

Una de mis tareas diarias consiste en monitorizar algunas palabras clave en mi profesión para estar informada de las novedades. Google Alerts es una magnífica herramienta que ha facilitado poder hacer este tipo de trabajo de campo. Como podéis imaginar una de estas palabras es CREATIVIDAD ( y CREATIVITY, por supuesto). De manera que recibo un e-mail diario con todos los contenidos que se publican digitalmente en los que dichas palabras forman parte del título, subtítulo o resumen.

Resulta interesante mi criterio de selección de lecturas (obviamente, ni la vida me da para leer absolutamente todo lo que se publica ni en la mayoría de casos me interesa lo publicado). Seguimos. Cuando una lee:

  • “Creatividad: arma contra los cierres”
  • “La crisis obliga a creatividad en la cena de Fin de Año”
  • El Papa Francisco pide para los jóvenes un “trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”
  • (Nota: 3 de las publicaciones de hoy día 1 de enero de 2017: 17 Noticias, 38 contenidos Web)

 

se da cuenta que la palabra creatividad o creativo fácilmente puede aparecer en artículos, noticias o webs que poco tienen que ver con lo que me interesa a mi: la creatividad en sentido psicológico, artístico o publicitario. Aquí se enciende la luz de aviso de la psicóloga social que llevo dentro y me pregunto: ¿qué pasa con la palabra creatividad que se usa tanto en contextos que no se ajustan a lo que podríamos llamar “estrictamente” creatividad? Rápidamente llega a mi mente el concepto “discurso”.

A partir de aquí empieza mi reflexión, argumentación y justificación sobre el fenómeno observado. ¿Nos encontramos ante un nuevo discurso sobre la creatividad? Mi respuesta es afirmativa. Y me alegra contrastar mi hipótesis con uno de los estudiosos más destacado sobre pensamiento creativo, Edward De Bono.

Con anterioridad De Bono ya afirmaba que “el pensamiento creativo” interesa mucho más ahora que hace 25 años. Tiempo atrás, se consideraba que la creatividad sólo pertenecía al ámbito artístico y estaba en manos de unos pocos talentosos que activaban “innatamente” su capacidad y obtenían como resultado maravillosas obras de arte o ingenios sorprendentes.

Hoy en día, nos resulta familiar escuchar que para tener éxito como emprendedor has de partir de una idea “creativa”, o que para incrementar beneficios “tu empresa ha de ser creativa” o que podrás sentirte motivado profesionalmente si tu empleo es creativo. El mundo de los negocios o el trabajo han adoptado el término creatividad como emblema, o mejor dicho como condición imprescindible para el crecimiento constante.

En relación a este hecho, De Bono hace una breve pero interesante sinopsis sobre el cambio de focalización de las empresas. Primero “volumen”: las estructuras empresariales crecen a través de grandes fusiones. Luego “reducción de costes”: adelgazar las estructuras al máximo con el fin de maximizar beneficio. Posteriormente “calidad”: cuando la maximización de beneficios ya no es suficiente las ganancias se centran en mejorar la atención del servicio y/o del producto lo que requiere ingenio y creatividad. Para acabar en “creatividad” a secas: cuando las compañías ya no pueden ser más ligeras ni ofrecer una mejor calidad percibida han de buscar NUEVAS formas para sobrevivir.

El paseo de De Bono no se centra en las estructuras económicas sino que alude también a las políticas. Cuando se entra en una crisis que no es exclusivamente económica, también política, la necesidad de un “nuevo mundo” hace que el concepto “creatividad” tome una posición más que destacada.

Lo “creativo” se abandera como esperanza para cambiar las cosas y se sustituye la idea anacrónica del “artista creativo” por la del “creativo buscador de un nuevo mundo mejor”.

Hemos visto entonces que el discurso relacionado con la creatividad que impera actualmente podría entenderse como la fusión de los discursos:

  • sobre arte (el “artista creativo” sigue vigente),
  • psicología y neurociencia (naifmente resumido, nos interesa saber cuáles son las estructuras mentales y las conexiones neuronales relacionadas con la generación de nuevos conceptos)
  • al que se le suma el discurso económico (“emprendedor creativo” capaz de crear un unicornio que encandile a la población mundial).

 

Hasta aquí la breve exposición del fenómeno. Punto y final. Pero si alguien me pregunta mi opinión sobre el nuevo rumbo del discurso ligado a la creatividad (aunque nadie lo pregunte daré mi opinión igualmente), me posicionaré absolutamente a favor de la “actualización” del término a través del estudio de la neurociencia y la nueva autoconciencia de la sociedad. Si creamos la categoría “creatividad” y nos cuestionamos sobre ella seremos capaces de incrementar nuestro conocimiento acerca de cómo movilizarla, cómo incrementarla y optimizarla deliberadamente, en qué contextos emerge o se inhibe, cómo sistematizar los procesos en los que interviene como variable o incluso cómo enseñar a poseerla (si es que se pudiera poseer una categoría).

 

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